La QUINTA de los CERDOS

En estos días de cuarentena donde todos tenemos ganas de volver a explorar, es un buen momento para recordar algunos de los sitios increíbles que tuvimos la suerte de visitar en nuestro viaje a Portugal, como esta enorme villa o como se conoce en el país vecino, quinta.

Balcón interior del primer piso, Fotografía: Álvaro González

Lo primero que nos llamo la atención al llegar fue descubrir que los dueños vivían al lado, lo que nos hizo tener una especial precaución para no ser descubiertos. Nada más entrar, subimos unas escaleras y nos encontramos con una pequeña entrada.

Entrada de la casa, Fotografía: Álvaro González

Algunas habitaciones estaban revueltas y descuidadas, pero sorprendía que otras mantenían un aspecto parecido al que probablemente tuvieron cuando estuvo habitada.

Tras una de las numerosas puertas de esta quinta, nos encontramos con está magnífica estancia, que posiblemente era la habitación principal. ¿Quién de los aquí presentes no ha soñado alguna vez con dormir en una cama así?

La habitación principal, la joya de la corona, Fotografía: Álvaro González

El viejo suelo de madera crujía a nuestro paso, este ruido nos acompañó mientras descubríamos el resto de habitaciones.

Escaleras que conducen al sótano, Fotografía: Álvaro González

Bajamos unas escalera y llegamos al salón repleto de muebles, entre los que destacaba un reloj de pie del que solo quedaba su cuerpo de madera, un gran aparador y una máquina de coser.

El salón, Fotografía: Álvaro González
Otra perspectiva del salón, Fotografía: Álvaro González

Tras recorrer unas cuantas estancias vacías, llegamos a un despacho totalmente revuelto y repleto de planos y libros. La estancia estaba adornada con un gran cuadro que parecía que iba a caerse en cualquier momento.

Despacho totalmente desordenado, Fotografía: Álvaro González

De repente empezamos a escuchar ruidos en la casa de al lado, donde vivían los dueños. Por este motivo decidimos finalizar la exploración y esta fue la última estancia que visitamos. Realmente parecía que nadie había pasado por aquí en años.

La última habitación que encontramos, Fotografía: Álvaro González

Tras salir pitando y una vez fuera, nos dimos cuenta que los sonidos que oíamos eran unos pequeños cerdos que criaban en el interior de la quinta. Total, un susto con final feliz.

Como siempre me acompañaba Rafa (@rafa_urbex) y un nuevo compañero, Roberto (@_robertoph)

Espero que nuestros posts os ayuden a llevar mejor la cuarentena. ¡Un fuerte abrazo exploradores!

Explorador de lugares fantásticos, intenso y positivo.

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