Si alguna vez habéis circulado por la A3 entre Madrid y Valencia, seguro que habréis abierto los ojos al ver una impresionante mole metálica a la altura de Buñol, es su icónica cementera. Posiblemente esa distracción os haya hecho no daros cuenta que al otro lado de la autovía, en lo alto, está la vieja y también imponente cementera abandonada.

La historia de la cementera
Su historia se remonta a 1917 cuando se constituyó la Compañía Valencia de Cementos Portland y se construyo la cementera, aprovechando la cantera de cal ya existente en Buñol. Con el paso de los años y ligada al crecimiento de Valencia, se acabó convirtiendo en la mayor cementera de España. Creció hasta tal punto que en la década de los 80 se cerró debido a la creación de una nueva fábrica.

El pasado mes de Abril hicimos la entrada Nuestros 4 abandonos favoritos de Valencia en la que mencionamos a la cementera entre otros lugares.Gracias a lo que investigamos para escribir esa entrada, descubrimos una noticia que anunciaba su próxima demolición. Al leer esto nos vimos obligados a sacar un hueco en nuestra agenda para hacerle una visita antes de que solo quedara polvo.

Nuestra exploración
Pues allá por Agosto agarramos nuestras cámaras, un litro de crema solar y una mañana nos decidimos a ir a explorar.
Lo primero que hicimos fue aparcar a cierta distancia e ir andando. Parecerá una tonteria pero es un buen consejoporque, unos días antes, unos amigos casi no pudieron sacar el coche debido a que les habían cortado la carretera con montículos de arena.

Una vez dentro, lo que nos encontramos fue un edificio inmenso con miles de toneladas de cemento, parece ser que todavía lo utilizan como almacén. Lo bordeamos y llegamos a otra parte en la que pudimos apreciar todo el esqueleto que lo sigue manteniendo en pie. Basta con elevar la mirada para descubrir que el techo está lleno de agujeros.


Saliendo del edificio y continuando hacia el interior del complejo, vimos una cuesta que nos llevó directos a otra gran nave también utilizada como almacén.


Rodeando el almacén llegamos a una nueva zona con más edificios que parecían haber sufrido un bombardeo. Cabe destacar que el área que ocupa la cementera es inmenso, por lo que hay varios niveles y no visitamos todos.


Volviendo sobre nuestros pasos y subiendo a la parte más alta, llegamos a una zona con varios transformados gigantes y armarios que parecían haber albergado dispositivos eléctricos.


Cuando ya estábamos dando por finalizada nuestra visita y nos dirigíamos hacia el coche, nos encontramos con una última sorpresa fuera del recinto, ¡El Laboratorio!
Buscamos un poco alrededor y conseguimos entrar.

En ese momento lamentamos no haber cogido mascarillas (nunca se sabe qué químicos pueden haber). Aun así, usamos la camiseta para intentar inhalar lo menos posible y decidimos dar una vuelta.

Dentro, además de unas cuantas cintas de «POLICIA CIENTÍFICA – NO ENTRAR», pudimos ver diversas estancias, algunas de oficina, y en especial dos cuartos con maquinaria y materiales químicos.


Cómo podréis ver, fue una mañana bastante entretenida. Es una verdadera pena para los que nos gusta la exploración que dentro de poco este icono de Valencia vaya a desaparecer.
Bonus track
Los mismos operarios que cerraron el paso a nuestros amigos mediante montículos, acabaron retirándolos y posando para la foto, ¡unos auténticos cracks! (Caras pixeladas para conservar su anonimato)

No nos abandones(?) y síguenos en Facebook y Twitter
Hola. Hace unos días estuve también en una cementera abandonado, creo que en 1976 o así. Tiene algunos edificios parecidos a los que muestras en tus buenas fotos. El lugar es muy bonito, junto al Ebro. No he podido encontrar mucha información sobre la historia de la cementera, que cambió varias veces de dueño. Me impresionaron las, como tú también dices en tu entrada, miles y miles de toneladas de ormigón, los hierros retorcidos por quién sabe qué fuerzas… y no ver prácticamente ningún rastro de madera, ya que quedan pocos marcos de puertas o ventanas, todos se los han llevado o quemado para calentarse la gente que, de vez en cuando y según los restos, pasa por ahí. Siempre apena ver el vandalismo… y no me refiero a posibles sin techo, que estos no «vandalean».
Muchas gracias por tu preciosa entrada.
Saludos
Jaime