A veces las casas son como las personas. Hay casas llamativas, históricas, silenciosas, fríos, cálidos…
Pero hay algunas que pasan desapercibidas, que a los ojos de muchos, son terroríficas, cunas del caos o hasta sórdidas y sin ningún atractivo. Sin embargo, cuando indagas un poco más en su interior, puedes hallar verdaderos tesoros e incluso tener la oportunidad de viajar al pasado, intuir por unos instantes lo que sus antiguos inquilinos sintieron y cómo vivieron.
Es inevitable convertirte en un detective temporal cuando exploras: «¿Por qué se marcharon?, ¿Cómo sería su vida cotidiana? ¿y su último día? ¿Pensaban volver alguna vez? …” Mas esas incógnitas no hacen más que darle un “plus” de atractivo a estos sitios.
De alguna manera siempre me he sentido muy identificada con estos lugares. A los ojos de otras personas era una niña rara, siniestra… pero las personas que se atrevieron a descubrir más, hallaron riquezas y calidez dentro de esa aparente frialdad.
Para mí los lugares abandonados son como una oportunidad para darle vida a algo que alguien quiso dejar morir, es ver la belleza en el caos, es como estar en un museo, es el arte en lo decadente, es atreverse a mirar más allá.
Dentro de la casa
Era hermoso ver como esta casita se congeló en el tiempo aunque también este hacía de las suyas dejando su imparable huella en las paredes y el suelo.
Una de las cosas que me impactó mucho al verla, fueron los zapatos perfectamente colocados debajo de la cama. Quizá los colocó algún explorador pero es más increíble pensar que los dejaron así los últimos inquilinos.
Esta fue la última exploración que hice con mi mejor amigo antes de que cambiasen otra vez las dichosas restricciones y cerraran las comunidades.
Todo estaba lleno de nieve y hielo, lo que hizo más laborioso el camino hasta el lugar.
Soy de esas personas que se ponen súper nerviosas cuando entran en un sitio en el que puede haber seguridad, por lo que en esta exploración iba un poco estresada pero a la vez relajada porque iba con alguien de mucha confianza.
Como teníamos que ir en extremo silencio y la nieve al pisar, cruje, lo que hice fue pisar dentro de las pisadas de mi amigo, como si fuera mamá pato con su patito.
En el recinto había varias viviendas y estábamos intentado dar con aquella que todavía conservaba cosas. Cuando entramos, sinceramente yo me esperaba mucho menos, pero para mi sorpresa estaba todo literalmente como si las personas que vivieron allí desaparecieran de repente, como en las películas de futuros apocalípticos y distópicos.
Buah, que chulada de sitio, de los que me gusta!
Muchas gracias!!✨❤️